domingo, junio 26, 2011

Walsh, Capote. No ficción

Walsh y Capote, cada uno desde su lugar, son referentes indiscutidos del periodismo. Ambos incursionaron en un nuevo género; la no ficción y a pesar de haber pasado más de cuatro décadas aún existen discusiones acerca de quién fue el inventor de este estilo. Lo cierto es que Walsh fue el primero en escribir una novela de este tipo; “Operación Masacre” – no sé bien por qué aseguro esto con tanta vehemencia cuando surge la oportunidad, quizás sea por ese estúpido orgullo nacionalista que aflora cada tanto, en mayor o menor medida en todos nosotros, quizás sea porque “Operación Masacre” vio la luz en 1957 y la obra de Capote, “A sangre fría” fue publicada recién en 1966-. Lo importante es que las obras están ahí, cuál fue primero, quién se lleva los laureles por haber inventado el género, a pocos le importa. A Walsh seguro no le importó, a Capote me juego a que sí.

Truman capote nació en el otoño de 1924 en Nueva Orleans, Estados Unidos. Prácticamente toda su infancia y buena parte de la adolescencia la dedicó a escribir en secreto para pulir al máximo su pluma. Comenzó escribiendo, como muchos de nosotros, como un juego, por la simple diversión y asombro que produce crear de la nada oraciones, párrafos, estructuras narrativas y que de éstas surgan personajes e historias fascinantes. Pero lamentablemente, esta diversión solo duró hasta que descubrió la diferencia entre escribir bien y mal. Desde ese momento la obsesión por la escritura lo capturó para siempre, y lo obligó a asegurar que su prosa es un arte que proviene de un don, pero de ningúna manera ese don es gratuito, porque como asegura Capote: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”. Un precio bastante alto.

Rodolfo Walsh nació en el verano de 1927 en Choele-Choel, Provincia de Río Negro. Pero pronto emigró a la capital para terminar sus estudios secundarios. A lo largo de su vida desempeñó los más diversos oficios: fue lava copas, limpiador de ventanas, corrector para una editorial, periodista, vendedor de antigüedades y hasta criptógrafo en la Cuba revolucionaria de los primeros años. Pero de todos los oficios a los que se dedicó “el violento oficio de escribir” era el más conveniente, según sus propias palabras- pero Walsh no vio en su elección nada místico, ningún látigo, ni designo de Dios. Sino la coyuntura de un país agitado por las violentas diferencias políticas, de las que aún quedan algo más que resabios. Sus fuertes ideales y su convicción en la lucha por la defensa de estos lo llevaron durante la última dictadura militar a vivir en la clandestinidad, a alternar la pluma por el revólver, a perder su vida y hasta una hija. Un precio más que bastsnte alto seguramente.

Luego de la publicación de “A sangre fría” Capote gozó de cierta notoriedad, cosa que no le disgustó para nada. Pronto comenzó a pasearse por los círculos más selectos de la aristocracia neoyorquina. Pero la burbuja explotó al publicarse unos pocos capítulos de su novela “Plegarias atendidas” en donde nuevamente ficción y realidad se funden para retratar a ese “jet-set” neoyorquino del que ya formaba parte Capote. Este retrato desnuda y por muchos momentos parodia, las complejas relaciones sociales dentro de estos círculos de elite y tiene todo eso que uno espera de las grandes celebridades: Prostitución, drogas, sexo, traiciones, homicidios y todas esas cosas que las señoras imaginan desde sus pequeños hogares que harían si fueran la estrella de cine que tienen adentro.

Walsh dio sus primeros pasos en el periodismo en las revistas Leoplán y Vea y Lea. Pero sin dudas “Operación Masacre” cambió su vida profesional y personal para siempre y quedará en la historia argentina como el ejemplo más claro de profesionalismo y compromiso con la verdad por parte de un periodista. De manera cuasi obsesiva Walsh reconstruyó paso por paso y minuto a minuto los fusilamientos ordenados por la Revolución libertadora –nombres paradójicos si los hay el que eligieron los golpistas-.

Truman capote rompió el silencio y hermetismo que caracteriza a toda clase de elite, cualquiera sea; en cualquier tiempo y lugar. Valientemente se arrojó a la aventura de cuestionar a los suyos, de ganarse el odio y desprecio de quienes hasta ese momento eran sus camaradas. El resultado era esperable; la depresión, el alcohol y las drogas fueron ganando cada vez más terreno y terminaron de alejarlo de sus amistades. Hasta que tomó la decisión de dar el último y fatal latigazo a su torturada persona.

Luego de operación masacre, Walsh comenzó un camino de compromiso político que lo llevó hasta la muerte. En 1959 junto a personalidades de la talla del periodista argentino Jorge Masetti y el escritor colombiano Gabriel García Márquez fundo la agencia de noticias Prensa Latina. De regreso a Buenos Aires fundó el semanario de la CGT de los argentinos, publicación que para 1969 salía de forma clandestina producto de una proscripción por parte de la dictadura de Onganía. Para 1970 Walsh ya estaba inmerso en el peronismo de base escribiendo en publicaciones como “Semanario villero” (1972) y “Noticias” (1973). Fue en este contexto en la vida de Walsh en el que se dio el golpe cívico-militar de 1976 y que lo llevó- una vez más, la última- a la clandestinidad. Creó ANCLA (Agencia de Noticias Clandestinas) como herramienta para la difusión de las atrocidades cometidas por la dictadura de Videla. En septiembre del 76 su hija, María Victoria, militante de Montoneros se quitó la vida luego de un enfrentamiento con el ejercito golpista. Al cumplirse un año del comienzo de la dictadura Walsh redactó su último escrito periodístico: la carta abierta de un periodista a la junta militar, en la que se daba una descripción minuciosa de los crímenes cometidos por la dictadura y donde Walsh exige explicaciones. La carta fue enviada a las redacciones de todos los diarios y corresponsales extranjeros en el país. Ese mismo día, el 25 de marzo de 1977 Walsh fue interceptado por un grupo de tareas y luego de un breve tiroteo fue capturado malherido y desde entonces sigue desaparecido.

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