lunes, octubre 24, 2011

Seis, siete, ocho reflexiones sobre el triunfo de Cristina Kirchner

Contundente, aplastante, arrollador, concluyente, irrebatible, categórico, rotundo, indiscutible, terminante, incuestionable, tajante, decisivo, abrumador. El lector deberá escoger el término que mejor le parezca. El 53,96% de los electores decidió que por cuatro años más Cristina Fernández de Kirchner será la Presidenta de la Nación. Atrás, separado por casi 40 puntos, quedó el Gobernador de la provincia de Santa Fe, Hermes Binner.

Luego de que las urnas explotaran de votos miles de personas se fueron acercando a la Plaza de Mayo para esperar el desenlace de las elecciones presidenciales. El resultado era sabido, Cristina lograría la reelección, sin embargo la ansiedad y el nerviosismo iba incrementando a medida que el reloj se acercaba a las 18, hora en que los medios de comunicación –dicho sea de paso, violando la ley electoral que prohíbe divulgar datos hasta tres horas después de cerrados los comicios- reprodujeran en sus pantallas “Ganó Cristina.”

Pasadas las once de la noche la Presidenta se hizo presente y las primeras frases que pronunció son un retrato de su personalidad política “Cuánta alegría que tienen, no saben cómo me gusta verlos agitar esas banderas, ¡Vamos esa del Uruguay! ¡Vamos el Uruguay también!” La frase viene a propósito de las declaraciones del ex presidente Tabaré Vázquez difundidas la semana pasada, en las que el ex mandatario Uruguayo reconoce haber considerado un conflicto bélico con la argentina y el posterior pedido de ayuda al gobierno de Bush en caso de que el conflicto por las pasteras terminara en una guerra. Nada más lejos de las políticas de quien fuera presidente de la argentina en ese momento y hoy es levantado como bandera de un movimiento que seduce a jóvenes y viejos, a peronistas y antiperonistas, a sindicalistas y empresarios.

No es fácil de explicar cómo un gobierno que llegó a la presidencia de la nación con menos del 23% de los votos y en medio de la crisis de representatividad más grande desde el 83 para acá, se encuentre siete años después con un 53,96% y con dos mandatos consecutivos en su haber, habiendo enfrentado a las corporaciones que hicieron y deshicieron lo que se les antojó desde quién sabe cuándo, muchos ya perdimos la cuenta, pero habiendo enfrentado también a las corporaciones mediáticas, “nadie sobrevive a cinco tapas negativas seguidas de Clarín” ¿A Cristina cuántas le dedicaron ya? Ese mismo poder político-mediático que no se cansa de mentir e intentar desestabilizar el sistema democrático.

La teoría de que los medios son el cuarto poder quedó vieja, desactualizada, la sociedad maduró, ya no mira al periodista como el nene miraba al maestro en el siglo pasado, como a un sabio-necio al que no se le cuestiona nada. El gobierno de Cristina es el más perseguido por los medios de comunicación en toda la historia Argentina, de eso no hay dudas y sobran los ejemplos en tv, radio, diarios, revistas e internet y sin embargo no existe un solo acto de censura o de persecución a periodistas por parte del aparato Estatal.

Dónde está la clave del triunfo del Kirchnerísmo, es lo que se preguntan analistas políticos absortos, dirigentes opositores, periodistas miopes que no pueden o no quieren ver que el Kirchernismo vino a romper paradigmas, a instalar la política en el día a día, a repatriar a nuestros científicos, a invertir en educación. A Cristina se la tilda de déspota, de tener dotes de monarca, de no admitir más que su discurso, pero lo cierto es que desde la llegada del Néstor Kirchner al poder y sobre todo en la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner la política se introdujo en la vida diaria de todos los Argentinos.

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