viernes, noviembre 07, 2008

La remolacha también siente

Soy vega de nivel cinco, no como
nada que produzca sombra.

Hace mucho tiempo que hay un tema que me da vueltas en la cabeza. ¿Qué extraña fuerza
cósmica motiva a una persona a ser vegetariana? no hablo de aquellos a los que el sabor de la carne no les agrada, sino a los vegetarianos ideológicos.
En búsqueda de una respuesta que satisfaga mis inquietudes me encontré con diferentes argumentos; están aquellos que se apoyan en teorías como la de que comer carne de animal es un acto bárbaro y fascista, otros que dicen que lo hacen para no cargar en sus pequeñas y cerradas consciencias con la vida de un ser vivo. Hay muchos que entre los argumentos para ser vegetarianos nos dicen que lo hacen por que hoy en día los animales que son destinados a la industria alimenticia mundial son maltratados, son confinados a espacios mínimos, que por ejemplo las gallinas son atiborradas de hormonas, antibióticos y cualquier otro producto engordante que aumente el rendimiento. La lista de argumentos es interminable. En un primer análisis -dejando de lado que no hay placer culinario que se asemeje al asado- uno estaría de acuerdo con esta noble gente, y hasta incluso pensaría razonablemente en convertirse directamente al vegetarianismo.
Es en este punto en donde la teoría cae desde un precipicio hasta hacerse añicos contra el suelo; los vegetales… tienen vida. Es más, cuando comemos una inocente ensalada de tomate y lechuga, nos estamos comiendo seres vivos, los estamos matando con nuestros propios dientes.
Teniendo en consideración esto último repasemos los argumentos citados al comienzo nuevamente, ¿qué acto más bárbaro que terminar con la vida de una papa friéndola viva? En cuanto a que los animales son maltratados, basta con ir al Coto del barrio para encontrarnos con un espectáculo lamentable: pilas y pilas de pobres vegetales esperando que algún asesino aparezca con ganas de comerse una inofensiva ensaladita, y encima estos pobres vegetales tienen que soportar la humillación de ser toqueteado y olfateado por los verdugos antes de ser devorados en algunos casos vivos y en otros muertos de maneras horribles.
Por último, esta gente parece ser que nunca oyó hablar de los tomates transgénicos.
Así que ya sabes, la próxima vez que te de pena o lastima comer carne y pienses en prepararte unas ricas papas con crema, toma a esa papa y mírala bien, porque su vida esta en tus manos.

2 comentarios:

Paco dijo...

Más allá de cualquier ideología, toda persona que arroje un morrón a la parrilla, al lado de vacío, pollo, intestinos varios, merece como mínimo una trompada en la nuca.

Anónimo dijo...

amigoo!! me encanta como escribiss!!

Los extraño yaa!!

Cuanto falta para que sea 2 de eneroo?

besoss a ambos!

marijooo